viernes, 18 de diciembre de 2015

Nueve Bataclans


Desde que en 2003 se comenzase a contabilizar las víctimas por violencia machista, un total de 819 mujeres han sido asesinadas a manos de sus parejas o ex parejas. A falta de algo menos de quince días para que finalice el año, son 53 las vidas arrebatadas a mujeres por seres que tienen poco de humanos.

Los atentados en la sala Bataclan de París, que durante días acapararon todo el espectro de la agenda mediática, se cobraron menos de una novena parte de las víctimas que en España ha originado el feminicidio en los últimos 13 años. Sin embargo, es rara, por no decir inexistente, la vez que estos asesinatos abren un telediario o se plasman en una portada.

Falta de concienciación 

Si preguntas a un ciudadano de a pie, te sabrá contar con todo lujo de detalles "la hostia de Rajoy", pero olvídate de que sepa que en apenas dos semanas la violencia machista ha dejado cinco víctimas mortales.

La alarmante escasa preocupación por el tema, queda reflejada en los datos del CIS. Según el barómetro del mes de noviembre, solo un 0,8 % de los encuestados estableció la violencia contra las mujeres como uno de los tres principales problemas de nuestro país, situándose detrás de aspectos como la crisis de valores (2,2%) o la subida del IVA (1,1%). La falta de concienciación, encuentra su causa en dos factores.

En primer lugar, la nefasta gestión de las políticas de igualdad por parte del Gobierno. Desde que Mariano Rajoy llegase a la Moncloa en 2011, las partidas presupuestarias dedicadas a prevenir la violencia machista han caído un 26%, mientras que los fondos destinados a reducir la brecha de igualdad entre hombres y mujeres se ha visto reducida en más de un 40% desde 2011. Además, en 2010, el ejecutivo presidido por Rajoy, suprimió el Ministerio de Igualdad, creado en 2008, integrándolo en el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad. El abuso de "la tijera", unido a la actitud prácticamente negacionista de algunos dirigentes, han desempeñado un papel narcotizante en la mente de los ciudadanos, que ven la violencia de género como un suceso inherente a la sociedad.

Los otros responsables de la escasa sensibilización son los siempre cuestionados medios de comunicación. Los feminicidios son despreciados de la agenda-setting y su espacio está junto a las insulsas crónicas de sucesos. Aunque quizá, la mayor irresponsabilidad de los media es la "prostitución" que en ocasiones se hace del lenguaje. No hay duda de que el lenguaje influye en la concepción social de los términos, y es por ello que son peligrosos los frecuentes titulares que hablan de "mujeres muertas" en vez de "mujeres asesinadas".

Titular de El Mundo (9/11/2015)

El CIS vuelve a darnos la razón si analizamos la evolución del porcentaje de españoles que consideran "la violencia de la mujer" como uno de los tres principales problemas del país. Durante el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero, el porcentaje más alto lo encontramos en marzo de 2005 (6,3%), mientras que en la legislatura de Mariano Rajoy, la cota máxima es el 1,3% de enero de 2011. Si bien es verdad, que este descenso se ve también influenciado por el auge de otros problemas como el paro o la corrupción

Actitudes peligrosas

La desigualdad entre mujeres y hombres, y su derivación en la violencia machista, son un tema que se debe tratar con extrema delicadeza. A diario, todos cometemos acciones que reflejan los valores machistas y patriarcales que aún están arraigados en nuestra sociedad, ocultos como un virus que se niega a irse. Muchos de estos actos son inconscientes, incluso puede decirse que "inocentes", pero la suma de todos ellos es la base sobre la que se perpetúa un sistema en el que las mujeres deben elegir entre ser madre o el progreso en su carrera laboral, o aquel en el que las mujeres cobran menos que los hombres por desempeñar el mismo trabajo.

Servir la cerveza a un hombre y el refresco a una mujer o la publicidad de productos de limpieza destinada solo a las mujeres son ejemplos de lo que Luis Bonino define como "micromachismo", sutiles actos que perpetúan el dominio del hombre sobre la mujer. Son acciones que todos cometemos y sobre los que se fomentan otras formas de violencia machista, llegando en su extremo al feminicidio.

El equiparar los asesinatos de mujeres a manos de hombres y los asesinatos de hombres a manos de mujeres, además de ser una muestra de "cuñadismo" e ignorancia, suponen un riesgo en la concepción social de la violencia machista. La palma en este aspecto se la lleva Ciudadanos, la formación política dirigida por Albert Rivera. Los que se hacen llamar "nueva política", pretenden volver a tiempos pasados y eliminar el agravante machista en los homicidios. En otras palabras, esta reforma es lo mismo que decir que el hecho de ser mujer no es relevante en un feminicidio. De aprobarse esta medida, la lucha contra la violencia machista recibiría un duro revés.


Las "actitudes peligrosas" llegan también desde los medios, y ejemplo de ello es el repugnante artículo de Arcadi Espada publicado en El Mundo, que bajo el título de El negocio del sexo, recogía "perlas" de esta índole:

"El crimen de pareja no es un crimen político que implique organizaciones y colectivos, ni es un crimen de sexos. Es un crimen de individuos, cuyo tratamiento y persecución ha de corresponder a sus características. La desvergonzada instrumentalización de estos crímenes que hacen las mujeres de izquierdas solo tiene como objetivo identificarlos con las prácticas o al menos la ideología de los hombres de derechas. Es decir, y dicho con toda la brutalidad que merecen: su única intención real es hacer negocio con el crimen".

Mientras personajes como Espada suelten estas barbaridades impunemente, mientras se oiga un "mujer tenía que ser" o mientras que una mujer sea despedida por querer ser madre, la lucha debe seguir. Por ellas, por Beatriz, Chari, Sandra y todas las 819 vidas, sueños y sonrisas, los "nueve Bataclans", que la barbarie machista cortó de raíz. Ni una menos.  






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