Con una sutil dejada cerraba Roger Federer su partido ante un impotente Gasquet; con una sutil dejada Roger Federer le daba a Suiza su primera Davis; con una sutil dejada Roger Federer agrandaba su leyenda.
Federer se había marcado un objetivo claro esta temporada y no era otro que conquistar la ensaladera, único título grande que faltaba en sus vitrinas. Sin embargo no llegaba a esta final en las mejores condiciones debido a una inoportuna lesión en la espalda que apenas le permitió adaptarse a esa lenta pista que los franceses le habían preparado, como si de una trampa se tratase.
Llegó el viernes y Federer se vio arrollado por un imponente Gael Monfils que le barrió de la pista. Pero no nos engañemos, aquel no era Federer, era un ratoncillo que había quedado atrapado en un cepo, un cepo en forma de pista de tenis.
Se las prometían muy felices los franceses en el abarrotado estadio Pierre Mauroy de Lille. Pero no contaban con que al día siguiente el atrapado ratoncillo se convertiría en león. Un león que junto a otro animal, Stan Wawrinka, aplastó al dúo francés formado por el veterano Julien Benneteau y la eterna promesa, que nunca pasó de eso, Richard Gasquet. Suiza ponía el 2-1 en la eliminatoria y Roger tenía ante sí la gran oportunidad de cerrar la final.
Amaneció nublado el domingo en Lille, posiblemente anticipaba lo que le esperaba al equipo francés aquel día. Saltó la sorpresa y el capitán francés Arnaud Clement decidió que quien tendría la dura papeleta de enfrentarse al de Basilea fuese Richard Gasquet y no el número 1 francés, Tsonga. Acertada o no la decisión, Gasquet fue literalmente barrido por un pletórico Federer, que mostró un hambre no visto en él desde que conquistase Roland Garros en 2009. Tras poco más de hora y media, Suiza era campeona de la Davis por primera vez en su historia.
Sería injusto atribuirle todo el mérito a Roger, pues Wawrinka fue quizá el mejor de la eliminatoria. Sin embargo, los planetas se alinearon para que Federer cerrase la final, agrandando aún más su leyenda, reivindicándose (por si aún alguien lo dudaba) como el mejor tenista de todos los tiempos. 17 Grand Slams y ahora una Davis lo avalan.
¡No te retires nunca, maestro!
Escrito por Ricardo Acuña (@richi4_96)